30/12/07

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El cambio y la batalla interna por evadirlo

¿Por qué nos resistimos a los cambios que se suceden en nuestro ambiente y en nosotros mismos, casi todos los días? Porque les tememos. Las personas temen cambiar su estilo de vida, su entorno, su rutina diaria, sus amigos, su pareja, sus costumbres.

Mucho de lo que nos enseñaron, que forma parte de nuestra personalidad y que nos define tal cual somos, está en nuestros archivos del cerebro. No estamos dispuestos a cambiar, estamos demasiado apegados a todo eso. Por supuesto que ello es "normal" desde diversos puntos de vista. ¿Quién se atreve a desafiar la autoridad establecida?, aquella que nos educó y que nos inculcó determinadas creencias y que ya son parte de nuestras células -literalmente hablando-. Si dudáramos de la validez de esa información recibida -desde que nacemos- y asimilada al paso de los años, sería como dudar de nuestra propia validez personal. Desaparecería la realidad -la nuestra, evidentemente- y seríamos como veletas sin rumbo, o más bien, seríamos "nada". Porque lo que somos es precisamente todo aquello ni más ni menos, pero en verdad que no somos sólo eso, tenemos un cerebro capaz de procesar y reprocesar la información para mejorar sus resultados.

Vivimos rutinas confortables y por autoprotección, tratamos de evadir los cambios, cualquier atisbo de ellos nos pone en guardia ante la amenaza. Pero lo peor es que sufrimos con esta lucha, porque como habrás notado, todos los días de la vida se presentan estas vicisitudes en nuestro entorno y entonces estamos en alerta preventiva temiendo que suceda precisamente aquello que tememos.

Durante mucho tiempo me refugié en la rutina, esa sedante rutina que me permitía dormir, aunque fuera sólo por unas horas al día. Ningún cambio era permitido, todo estaba bajo control y si por alguna razón algo interfería o rompía mi ritmo acostumbrado, de inmediato planeaba la forma de eliminarlo a cualquier costo. El temor me nublaba el entendimiento.

Por supuesto que me desgastaba emocional y físicamente, pensaba y pensaba y... bueno, tal vez te ha sucedido algunas veces. En este punto quiero aclarar que no me refiero a los problemas de la vida diaria, a esos que sí hay que enfrentar con decisión y con inteligencia, sino a los cambios que forman parte de la vida misma, es decir a los de naturaleza fisiológica, social, económica, laboral. Por ejemplo hay personas que se quedan con su bella época de la secundaria y se resisten a disfrutar la universidad, o la pareja amada -aquella que pudo haber sido y no fue- y no intentan por lo menos tener una buena relación con la actual, o antes corría diez kilómetros y ahora sólo uno, o lo que sea que únicamente lleve a un laberinto sin salida, a rebelarse contra algo que es y que simplemente no tiene sentido, ya que no está bajo nuestro control.

Pero llegó el momento en el cual esta forma de vivir perdió el soporte que la sostenía y si anteriormente pensaba que el mundo a mi alrededor cambiaba de forma atemorizante, ahora se manifestaba lo evidente: los cambios no venían del mundo exterior, sino que surgían de mi propio mundo interior, de mi propia estructura. Mi cuerpo y mi cerebro, comenzaron a observar el hecho de que si mi forma de vivir no lograba satisfacer mi necesidad personal, entonces tenía que aceptar los hechos de la realidad, olvidar el pasado inquietante, perdonarlo, y empezar a vivir el presente con otra actitud y con otra intención. Así era la situación: si cambiaba y aceptaba lo correcto, entonces mi realidad personal tendría por consecuencia resultados distintos.

El mundo no cambia, lo que cambia es nuestra forma de percibirlo. Lo que antes creía que era, ya no era más así.

Todo cambió y en el momento en el que me di cuenta de ello, mis temores desaparecieron, porque el cambio no sólo es natural, sino necesario para la evolución del universo, así se perfecciona, así maduramos como seres humanos, así están conformadas las leyes de la realidad.

Por eso es un deber luchar por la objetividad, reconsiderar nuestras creencias, reflexionar nuestras impresiones, ajustarlas allí donde se necesite. Nos conviene.

Ver los cambios como oportunidades para crecer y para compartir y disfrutar cada momento del don maravilloso que es el poder de tener consciencia del mundo objetivo y por supuesto, no rendirse jamás a las apariencias de las cosas como se ven, sino de equilibrarse a las cosas como son.

27/12/07

La realidad, una mirada desde otra perspectiva

¿Qué es la realidad?

Podemos definir por nuestra cuenta que la realidad es todo lo que existe: lo que se puede ver, tocar, escuchar, oler o gustar. Hay además en esa realidad muchas cosas que no son perceptibles por las limitaciones de nuestros sentidos, pero que sabemos que existen.

Nuestros sentidos son las ventanas que permiten que el mundo exterior se manifieste hacia el Yo interior, es decir, hacia nuestra consciencia.

Debemos tomar en consideración que la forma de percibir contiene variables fisiológicas entre las personas, aunque éstas no cambian sustancialmente los resultados, esto es, perciben el mundo de forma semejante. Lo que si muestra diferencias es en otros niveles del proceso en la interpretación de esta información.

Por ejemplo, tenemos un árbol:

1.- Lo vemos, lo tocamos, lo olemos y entonces lo describimos por su tamaño, colores, texturas, aromas, etc. es decir, por sus características físicas, que como mencioné antes, aún de distintos observadores serán descripciones muy parecidas desde este punto de vista. La descripción física del objeto, sus propiedades intrínsecas, independientes del observador. Las cosas como son.

2.- Después tenemos otro ángulo que considerar, lo que puede significar el objeto desde el punto de vista personal. Es evidente que en este sentido, se muestran cambios notables entre una y otra descripciones. El significado del objeto que es absolutamente dependiente de la conceptualización particular del que observa. Esto se encuentra relacionado con la cultura y la experiencia del sujeto. Las cosas como se ven.

3.- Los efectos que resultan de cada nueva experiencia del observador con el objeto observado, nuevas conexiones neuronales -redes- o reforzamiento de las anteriores, que traen consigo sus correspondientes respuestas hacia el exterior. Reacciones hacia el interior -cuerpo, mente- y hacia el exterior -conducta.

Cada uno de los anteriores niveles de interpretación de la realidad está relacionado con los demás y son inseparables para formar la unidad que se integra en cada personalidad y nos ayuda para comprender mejor las diferencias y/o las semejanzas entre los individuos.

Lo que aprendemos depende de lo que vemos y lo que vemos depende de lo que aprendimos.